Cuando mueren los apegos nace la libertad.
El apego es la naturaleza del ser humano, es la naturaleza de la existencia.
No debemos sentirnos mal ni culpables si tenemos apegos pero últimamente hay personas que lo pasan mal pues este apego sobre todo a lo material se ha convertido es una de las enfermedades psicológicas donde el hombre se ha esclavizado.
Dado el apego emocional, mental y espiritual que se deriva del mismo, que entorpece las relaciones interpersonales con los hijos, cónyuges, parientes cercanos y amistades, vale la pena reflexionar acerca del grado de apego y dependencia que cada uno de nosotros tenemos hacia lo material.
Cuantas veces has escuchado ¡Si pierdo esto me muero ¡ o ¡El móvil es mi vida¡
Liberarnos de los apegos toma mucho tiempo, no es posible hacerlo de un día para otro, es necesaria mucha práctica.
El apego a las cosas materiales se deriva de distintas realidades, nos impide liberarnos y comprender lo que significa ser persona, convirtiendo lo material en el sentido de vida para algunos, en un intento desesperado de llenar vacíos afectivos con cosas que no tienen sentido, que atan al pasado, o bien al futuro que impiden abrirse al cambio, a la evolución espiritual y comprender que nada es absoluto, que todo es relativo, que hoy estamos aquí y mañana allá, y dónde vayamos iremos sin nada.
Esta dependencia en muchos casos se ha convertido en un lazo invisible difícil de desatar, y nos impide ser felices con otras cosas o personas que están ahí, está claro que debemos reconsiderar si éste aferramiento resulta beneficioso para nuestra vida y salud mental; en especial cuando el temor a perder este objeto material nos contamina, cuando la ansiedad se apodera de nosotros, cuando creemos que no podemos vivir felices sin determinados bienes, lujos o prendas materiales.
En especial hoy en día, está pasando con los niños y los juegos de las tablet o móviles, en los que invierten mucho tiempo y se olvidan de estudiar de relacionarse con sus amigos y familiares.
Incluso los familiares también se sienten apegados a las relaciones sociales virtuales, donde gran parte de su tiempo, se conectan para conocer e indagar en la vida de otras personas en vez de profundizar en la suya propia y experimentar una convivencia más directa con los suyos, como una salida al campo o una visita todos juntos a un centro recreativo...
Este apego a lo material se convierte en una amenaza latente que desequilibra su paz interior, no nos permite evolucionar y resulta poco constructivo para nuestras vidas.
En tanto no tomemos conciencia que el apego a lo material nos impide aceptar la realidad, y aceptar los beneficios del desapego: como la serenidad, la sensación de paz interior, la capacidad de dar y recibir y la libertad para encontrar soluciones reales a nuestros problemas, será difícil para muchos vivir su propia vida sin sentimientos de culpa o responsabilidad hacia los demás.
Esto no significa que debemos abandonar todo, dejar de trabajar o no necesitar nada de lo que poseemos. Tiene que ver con lograr una mayor autonomía, ser felices con lo que poseemos y vivir sin temor a perderlo, trascendiendo hacia un plano espiritual más elevado, con el firme deseo de cortar esos lazos, que nos impiden crecer o evolucionar.
Luego está el apego sentimental al que nos aferramos:
¿Quién no ha oído y/o dicho alguna vez frases como estas?
- esto tiene mucho valor sentimental para mí
- este objeto lo conservo desde pequeño
- me pongo a hacer limpieza y no sé nunca qué tirar
- si pierdo esto, me muero
Hay gente que lo guarda absolutamente todo. Otros en cambio, no tienen problemas en deshacerse de bienes personales y viven con lo puesto sin preocuparse donde "abandonan" los objetos que alguna vez les acompañaron. Apego y desapego a bienes materiales y con ellos nuestra manera de atarnos a recuerdos, llevarlos siempre con nosotros o por el contrario soltar las pertenencias palpables e ir dejándolas atrás.
Allí donde vamos, no podremos llevarlas
Hay que aceptar que todo es temporal, y no podemos aferrarnos a que el pasado vuelva simplemente por guardarlo todo, por no querer cerrar círculos con la esperanza inconsciente de revivirlo o la resistencia al cambio.
El hecho de guardar y guardar y que cada cosa sea importante, no deja de ser un reflejo de que nos cuesta cerrar etapas. Existe una especie de ilusión invisible que nos hace creer que lo que fue importante para nuestras vidas, nunca se puede desechar cuando se trata de plasmar el apego a los objetos. El ego habla. Los miedos también.
Pensamos que tenemos el poder de administrar lo que queremos que nos pertenezca pero en realidad todo aquello que no podemos dejar ir, no nos hace libres sino esclavos.
No nos escondamos. Cuando hagamos limpieza preguntémonos:
- ¿Qué sentido tiene que guarde esto?
- ¿Qué significa para mí?
- ¿Tenerlo cerca realmente me deja avanzar?
Porque realmente cuando hacemos orden para seleccionar lo que tiramos o regalamos, lo que realmente estamos haciendo es pedirnos permiso para cerrar cosas del pasado, para aceptar que eso dejó de ser útil pero aun así lo queremos "conservar".
He compartido unas pautas que aquí te transmito para que reflexiones y por fin puedas liberarte y quitarte ese peso de encima, por querer guardarlo todo.
PAUTAS PARA DESHACERSE DE LOS APEGOS
Lo material
Analiza aquellos objetos materiales o situaciones a los que estás aferrado y que desprenderte de ellos te haría sentirte mal e inseguro.
Haz una lista valorando del cero (menos importante) al diez (más importante) la importancia que le das a esos objetos (casa, coche, móvil, televisión, etc.). Date las gracias a ti y a la vida por permitirte usar esos objetos y piensa que tarde o temprano se romperán, los robarán o simplemente dejarás de quererlos por otros nuevos o más modernos.
Empieza por los de menos valor y admite que es un autoengaño pensar que todo te pertenece. Disfruta de su uso no de su posesión.
Las personas
Con las personas ocurre exactamente lo mismo. El secreto está en AMAR, no en querer. Cuando quieres es posesión, cuando amas es libertad, es generosidad, es aprendizaje. A veces les echamos el lazo a determinadas personas pensando que nos pertenecen, son nuestras para siempre y las queremos para nosotros, nuestro disfrute, nuestra felicidad (egoísmo). Lo mejor que puedes hacer con las personas es amarlas libremente, amarlas con la madurez suficiente para pensar que son personas libres, con poder de decisión y de elegir su propio camino.
Cuando piensas que las personas te pertenecen, los celos, los miedos, las inseguridades florecen de tal manera que la relación se vuelve desdichada.
A quien no le ha pasado eso de niño(a), cuando nuestra o nuestro mejor amigo decidía compartir la amistad con otros niños. ¡Qué mal nos sentíamos¡ ¿no?, eran celos, miedo a perderlo
Vinimos a este mundo, desnudos, sin maletas, sin mochilas, sin experiencias, sin posesiones. Algunos incluso llegaron a este mundo sin amor, sin planificación, sin quererlo por parte de sus padres. Una de las lecciones más importantes que nos enseña la vida es que nos iremos de este mundo igual que vinimos, sin la posibilidad de usar maletas, mochilas, posesiones, solo nos llevamos la experiencia vivida y la marca que hemos dejado en la memoria de nuestros amigos, familiares o la sociedad.
Entonces me pregunto por qué te aferras a eso que no vas a poder disfrutar en tu lecho de muerte, por qué ese sufrimiento constante por algo que un día seguro te será arrebatado.
¿No es más fácil disfrutar de lo material y de las personas teniendo la plena consciencia que nada nos pertenece, que todas las cosas cambian y ninguna es permanente?